La Quema del Judas en La Laguna en el siglo XVIII. Por Julio Torres

La “Quema del Judas”, fue  evento con el que terminaba la Semana Santa, se celebraba tradicionalmente en todas las comunidades de Canarias y, aunque en un principio tenía lugar en Sábado Santo, más tarde pasaría al Domingo de Resurrección.

Actualmente este ritual se celebra, con peculiaridades, en Montaña Cardones y Bañaderos (Arucas), en Valleseco, Teror, Firgas, Moya, Agüimes y Guía en Gran Canaria, y en Taganana, en Tenerife. Pero también se celebró, hace ya siglos, en La Laguna.

En La Laguna, se quemaban en realidad dos Judas, uno en la iglesia de la Concepción y otro en la de San Agustín, existiendo, pues, una rivalidad entre ambas parroquias.

El Judas de aquella  Pascua de Resurrección lagunera de 1752. En el mes de abril de ese año, los vecinos de la Villa de Arriba confeccionaron un Judas vestido con casaca roja y medias blancas, y una lengua que le salía fuera de la boca unos veinte centímetros. Pero las inclemencias del tiempo no acompañaron  – con los tiempos laguneros ya se sabe-, y el Domingo de Resurrección comenzó a llover, amenazando con empapar al Judas, lo que hacía crecer, según transcurría el tiempo, los nervios del Beneficiado, que ordenó que lo protegieran debajo de una de las ventanas de la torre de la Concepción. No obstante, el Judas salió en “procesión”, aunque ésta sólo dio la vuelta alrededor de la iglesia, sin llegar a la de los Remedios, lo que sin duda acrecentó la rivalidad entre las dos parroquias. Terminada la “procesión”, el Judas pudo arder, y el espectáculo “guardaba una sorpresa, pues apareció la silueta de Judas y el diablo montado sobre sus hombros, en una actitud de ahorcarlo, saltando sobre él y levantándose.” Sin embargo, el Judas de la iglesia de San Agustín, en el que las doce monedas de su bolsa se habían sustituido por voladores, no pudo arder, pues la lluvia había empapado sus pajizos huesos. Aquel año triunfaron, pues, los vecinos de la Villa de Arriba.

La Quema del Judas es, pues, un ritual, a caballo entre lo pagano y lo religioso, una tradición que forma parte del patrimonio cultural de la Ciudad de los Adelantados, que merece la pena rescatar de ese injusto baúl del olvido. Además seguro que todos tenemos un judas que quemar.

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