Fotos, poemas y villancicos antesala de la Navidad canaria (XI)

El «arroro», además de en Canarias, es a una de las canciones de cuna más típicas del Uruguay: el «arrorró, mi niño». La situación tiende a repetirse: nos lo cantaron y ahora nosotros lo reproducimos para los que están en nuestros brazos: ¿cuál es el origen? Una vez más, fue el gran musicólogo Lauro Ayestarán uno de los pioneros en el estudio de las canciones de cuna en Uruguay. Entre las décadas de 1940 y 1950 había recorrido los caminos de la república uruguya, hasta sus recovecos más escondidos, con una enorme grabadora para registrar a músicos anónimos tocando canciones folklóricas. Más de cuatro mil grabaciones realizó en esas condiciones, conformando el mayor acervo de música uruguaya del género.

En 1959, escribió sobre música popular y allí reflexionó sobre el valor cultural del «arrorró». Según Ayestarán, el rey de Castilla Alfonso X el Sabio, escribió en el lejano año 1250 una cantiga, un poema para ser cantada acompañado de música. Esa cantiga, catalogada luego como la 249 según el código del Escorial, comenzaba diciendo: «aquel que de voontade Santa María servir», o sea, «aquel que quiera servir a la Virgen María».

«La música de esa cantiga, compuesta en modo menor, fue la base del «Arrorró» que nosotros cantamos en modo mayor. Este cancionero no se ha movido, ha quedado intacto, ha permanecido con una fijeza mineral dentro del paisaje criollo. Este cancionero es compartido además por todo el área de la cultura occidental», escribió Ayestarán en su ensayo.

Valentin Trujillo, columnista de periódico uruguayo El Observador, comentó en un artículo publicado el pasado día 5 de diciembre que: «Pero más modernamente, han surgido otras teorías sobre el «arrorró». Francisco García- Talavera, lingüista e investigador español oriundo de Tenerife, arguye que el origen del canto de cuna es bereber, que se cuajó durante años entre los pueblos nómades del Sahara y que luego pasó al archipiélago canario, donde tomó forma y se castellanizó».

Además, con el tiempo, pasó desde Canarias al continente americano, donde se volvió popular en todos los países. De hecho, los canarios se lo tomaron tan en serio que nombraron al «arrorró» como su himno de su comunidad.

Hoy existe una letra bastante estandarizada, que se sigue cantando en español, más allá de las fronteras: «Arrorró, mi niño/ arrorró, mi sol, arrorró pedazo/ de mi corazón…».

De todos modos, es probable que entre estas dos teorías no haya una contradicción, sino una ilación. Es probable que con la invasión árabe del siglo VIII, la tonada de los bereberes haya penetrado en la península ibérica y haya quedado como costumbre en los cantos de cuna. Cuatro siglos después, el rey Alfonso X tomó la entonación y la aplicó en su cantiga.

Arrorró
(canario)

Arrorró Arrorró
Si María me dejara,
me acercaba al Niño Dios
a dormirle en el pesebre
susurrando un arrorró.

Arrorró Arrorró
Duérmete, mi Niño, duerme,
descansa mi buen Jesús
y no sueñes con las penas
de tu destino en la cruz.

Arrorró Arrorró
Duérmete mi niño chico,
duérmete y no llores más,
que cuando te hayas dormido
con los ángeles reirás.

Arrorró Arrorró
Que tus ojitos se cierren
mientras te meso en mis brazos,
con el cariño de madre
al calor de mi regazo.

Arrorró Arrorró
Despierto me das amor,
durmiendo me das ternura.
La sonrisa en tu boquita
me da toda su dulzura.

Arrorró Arrorró
Para ti es mi corazón,
de mi vida eres el dueño,
duérmete pequeño mío,
que velando estoy tu sueño.
Arrorró Arrorró

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