España en septiembre sigue de fiesta en fiesta: Fiestas de Nuestra Señora de Regla Chipiona (Cádiz)

Chipiona concluye la temporada veraniega con sus fiestas mayores, entroncadas con la devoción hacia su patrona

Cada 8 de septiembre la Virgen de Regla abandona el santuario de su advocación para recorrer en procesión las calles de Chipiona, población de la que es patrona. Este acto, que viene celebrándose desde antes del siglo XVII, ha estado siempre tan fuertemente arraigado entre los chipioneros que en torno a él se fueron configurando sus fiestas mayores. La primera documentación escrita en la que se menciona esta fiesta data del año 1611 y en ella se hace referencia a ciertos hurtos llevados a cabo durante las celebraciones. Por el tono de dicho documento se entiende que la fiesta ya se celebraba con anterioridad. Otra fecha clave es 1608, cuando la imagen de la Virgen es sacada del santuario por primera vez para llevar a cabo una pequeña procesión por los alrededores del mismo.

A partir de entonces se tiene constancia de la celebración de unas fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de Regla que poco a poco van ganando fama entre las poblaciones del entorno y atrayendo a una mayor cantidad de visitantes en cada convocatoria.

Durante las primeras décadas del siglo XX, Chipiona se convierte en un importante centro de veraneo y sus fiestas son consideradas como una ocasión imperdible para aquellos que pasan ahí los meses más cálidos del año; por lo que reúne asistentes de toda España. Su importancia fue finalmente reconocida en 2009 con su declaración como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía. Junto a su carnaval, las fiestas de la Virgen de Regla continúan siendo en la actualidad uno de los momentos más grandes del calendario chipionero. Estas se celebran anualmente entre los días 5 y 8 de septiembre y tradicionalmente marcan el final de la temporada de verano.

Las casetas públicas ofrecen a vecinos y foranos toda clase de productos gastronómicos propios y otras exquisiteces como vinos de la tierra o el afamado moscatel de la localidad. Mientras tanto los conciertos, actividades taurinas, concursos de caballistas y toda clase de eventos similares se suceden ininterrumpidamente junto a otras convocatorias de orden religioso. Entre estas últimas destaca la tradicional Procesión de Nuestra Señora de Regla, que todos los días 8 de septiembre es sacada de su santuario para recorrer las calles de Chipiona en medio de un auténtico baño de multitudes que es, en el fondo, el auténtico y principal motivo de estos días. Por la noche, la quema de un castillo de fuegos artificiales en la playa de Regla pondrá fin a las fiestas y, con ellas, al verano en Chipiona.

Un poco de historia

La leyenda refiere que los discípulos de San Agustín en África, huyendo de la invasión de los vándalos, llegaron por mar a Chipiona con la imagen de la Virgen de Regla. De época de la dominación visigoda, se han encontrado lápidas en las inmediaciones del Santuario de la Virgen de Regla. Tras la islamización de la Península Ibérica a partir del año 711, siguiendo la tradición, los ermitaños ocultaron la imagen en un aljibe a unos treinta pasos de la ciudadela, hoy monasterio. La imagen permaneció oculta hasta que un religioso de la Orden de San Agustín la encontró en el siglo XIV, merced a una revelación del cielo. Sobre el aljibe se construyó el Humilladero de la Virgen de Regla.

Ya en el año 1251, Chipiona fue reconquistada por el rey Fernando III el Santo, volviéndose a reconquistar definitivamente en 1264 por su hijo Alfonso X el Sabio. En 1297, el rey Fernando IV concedió a Guzmán el Bueno, fundador de la Casa de Medina Sidonia, el Señorío de Sanlúcar, del que Chipiona formaba parte.

En 1303, la hija mayor de Guzmán el Bueno y María Alonso Coronel, Isabel Pérez de Guzmán, contrae matrimonio con Fernando Ponce de León, recibiendo como dote matrimonial las villas de Rota y Chipiona, independizándose ambas del Señorío de Sanlúcar e incorporándose a las posesiones de la Casa de Ponce de León, germen de la Casa de Arcos.

Edad Moderna

En 1755, Chipiona fue duramente castigada por el maremoto que provocó en la costa atlántica andaluza y portuguesa el Terremoto de Lisboa. Los efectos del tsunami provocado llegó al pueblo aproximadamente una hora después del terremoto, en el murieron cuatro personas, quedando inundadas las calles y las playas, estimándose los daños en 238.815 reales.6​

Se sacó en procesión la imagen del Cristo de las Misericordias para pedir que la retirada de las aguas, procesión que se repite cada año el primero de noviembre, desde la ermita que lleva el nombre del cristo hasta la Cruz del Mar.

Narración del terremoto realizada por la Comunidad del Convento Santísimo de Nuestra Señora Santa María de Regla, el 6 de diciembre de 1755

En el citado día 1 de noviembre no se advirtió novedad alguna desde el amanecer hasta las 10 del día por estar el tiempo sereno, y el día pacífico, el mar quieto y sosegado, viento Norte poco sensible. Mas, siendo como las 10 de la mañana, hallándose esta Comunidad en su coro alto cantando solemnemente la hora de tercia, se empezó a sentir que el coro, y la Iglesia, se balanceaban con extraño movimiento y éste, tan perceptible en la vista, que facistol, lámparas de la Iglesia, candeleros de el altar, y todo el templo se estremecía y movía a modo de una cuna, de un costado a otro costado, que miran a el Norte y Sur.

Advirtióse ser un terrible terremoto, y aunque en todos causó el correspondiente susto, y se entró en el recelo de que se desplomase todo el edificio, que [es] de cantería, sobre todos nosotros, faltó la libertad para desamparar el coro, ligados todos de un mismo superior impulso, y llenos de la más segura confianza en el Patrocinio de Nuestra Santa Imagen, que estaba patente a la vista en su majestuoso trono. Al punto nos postramos todos de rodillas, y esforzando nuestra devoción, seguimos con la mayor constancia la hora canónica.

Duraría el temblor como de diez a doce minutos y, conocida la restitución que hizo la tierra a su pausa, y quietud natural, volvió la Comunidad a tomar sus asientos, reconociendo cada uno la Piedad Divina, y el Patrocinio de María Santísima de Regla, Nuestra Señora, que nos libraron de el estrago amenazando con tanta felicidad que no se experimentó el menor daño en todo el recinto de el convento.

Cantóse la misa conventual sin el menor recelo, y concluida, se cantó la hora de sexta; sobre el fin de ésta, que sería como las 11 y cuarto, se oyó un espantoso bramido de el mar, y se vio que se elevaron tanto las olas, que arrojándose con violencia las aguas sobre el citado baluarte, y sobre las barrancas de el convento, arrollaron a un artillero, que estaba en él (el que no padeció daño alguno, por haber invocado el patrocinio de Nuestra Santa Imagen), y cayeron sobre las paredes de el convento, y corriendo por sus fosos inundaron la Iglesia y cercaron sus 2 costados hasta introducirse por la puerta principal de los Patios, que mira a el Levante.

Sorprendidos de este no previsto impulso de el océano, algunos religiosos que estaban fuera, y dentro de el coro, huyeron con aceleración a los campos, manteniéndose otros en el mismo coro.

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