La Laguna Ahora con la cocina septembrina: Judías Verdes salteadas con Jamón

Las judías verdes con jamón. Un plato que me recuerda mucho mi infancia y juventud, procuro no dejar perder las recetas de siempre, las recetas de las madres y de las abuelas, y estas a su vez de su ante pasadas.

Para comer bien no hace falta mucho tiempo, ni productos caros, ni saber cocinar. Ni siquiera nitrógeno líquido, aunque pueda parecer mentira. Y no sólo se puede comer bien sino que, además, se puede quedar como un príncipe ante las visitas, recurriendo a algo tan sencillo como la impostura. Engañar, eso es lo que aquí pretendemos. Engañar a la vista, al olfato, al gusto y hasta al bolsillo. Pura farsa, aunque esta vez por la noble causa de la gastronomía y el cuidado de nuestro ego.

Ingredientes:

300 gramos de judías verdes (habichuelas)

1 cebolla mediana

1 tomate

2 dientes de ajo

sal gorda, aceite de oliva virgen extra (y si les apetece y tenienen a a mano, unas laminitas finas de jamón serrano).

Manos a la obra

Lo más cómodo de esta receta es que no hay que hervir aparte las habichuelas. Sólo vamos a utilizar una sartén para todo. Cogemos las habichuelas y con un cuchillo les cortamos las puntas y las partimos en trozos no muy pequeños (de unos 6 cm. más o menos) que luego nos van a quedar mucho más aparentes en el plato. Las lavamos bajo el grifo y la escurrimos bien. En la sartén ponemos aceite abundante y cuando esté caliente echamos en él las habichuelas y las freímos un poco. Que cojan color pero sin pasarse. Cuando estén, las sacamos escurriéndolas bien y las ponemos en un plato con papel de cocina que acabe de absorber el aceite sobrante. Cogemos el tomate, lo partimos por la mitad y con un rallador de agujeros gordos lo rallamos convirtiéndolo en pulpa. En la sartén dejamos sólo un poco del aceite utilizado y en él ponemos a sofreír los ajos picados y un poco después la cebolla cortada en pequeñas tiras en vez de en los clásicos cuadraditos. Lo vamos removiendo bien y cuando veamos la cosa doradita, añadimos el tomate y sal al gusto. Removemos bien y dejamos que el tomate coja color. No hará falta mucho tiempo. Es el momento de añadir las habichuelas, un poco más de sal y remover todo para que se mezcle bien. De ahí al plato. Si las ponemos hábilmente amontonadas como con descuido y les ponemos unas laminillas de jamón por encima cuando todavía están calientes, nos va a quedar un plato de llamar la atención.

Impostura irresistible: no puedo evitarlo. Si tenéis algún invitado, dejad por la cocina una lata que tuvierais por ahí de judías verdes vacía (el contenido en la basura es donde mejor está) para que sospeche que lo habéis utilizado. Y luego, en su casa, que intente copiaros.
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