La Leyenda del Fantasma de la lagunera Plaza del Juego de Los Bolos (I). Por Julio Torres Santos

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Foto: Plaza de la Junta Suprema, antigua del «Juegos de los Bolos»

Narramos a continuación esta leyenda, basada en hechos históricos.

El temido y peculiar Fantasma de la Plaza del Juego de los Bolos hizo su aparición en la segunda mitad del siglo XIX, en una Ciudad que ya había perdido la capitalidad de la Isla a principios del mismo. A consecuencia de ello, como la definieron distintos cronistas, La Laguna se veía sumida en una total decadencia “pueblerina, puntillosa e insatisfecha”.Era una ciudad dormida, extraña y crepuscular, “en la que los relojes parecen que están dando la hora de ánimas; una laguna de aguas muertas, de movimientos acompasados”,… pero también de pasiones inconfesables. Se hallaba tan replegada sobre sí misma, que no existía “ningún personaje verdaderamente interesante, ninguna figura característica, ninguna explosión verdadera”. Incluso cuando se producían acontecimientos de repercusión mundial, “tales como una guerra más o menos lejana”, éstos no eran “más importantes que la muerte de un perro, o la aparición de un fantasma, o la llegada del majestuoso órgano de la Catedral”.

¡Qué razón tenían estos cronistas! La aparición del “Fantasma de La Plaza de los Bolos” tuvo más repercusión en una ciudad donde el tiempo parecía haberse detenido, donde “sólo de vez en cuando algún temporal que compromete la cosecha de papas, algún chismorreo de vecinos pone una punta de pimienta en el correr soso de los días sin fin y sin objeto”, que cualquier acontecimiento de trascendencia nacional o internacional.

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Foto: Plaza de la Junta Suprema, antigua del «Juegos de los Bolos»

En fin; no es fácil sacar algo de nada, pero eso es precisamente lo que nuestro fantasma consigue, cuando hace revivir a nuestra vista una ciudad que casi no vivía ya.

Esa vida lagunera, sin historias a lo largo de toda la primera mitad del siglo XIX, con una vida social que se mostraba “espantosamente pobre y provinciana en una capital que tanto había brillado en el siglo anterior, mientras echaba todas sus luces el siglo del ingenio, de la elegancia y de la ilustración”, esa vida que se reducía “ahora a un par de modestos casinos burgueses”, sí tuvo una historia gracias a este aterrador y espeluznante fantasma; una historia hecha de detalles indiferentes, de matices perecederos, de medios tonos, que nunca han sido historia, porque son pocos los que pensaron en asegurar y perpetuar su recuerdo.

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