Así fue la tradicional Misa «del Gallo»  en las Monjas Claras

En estos días de diciembre las calles de La Laguna huelen a pasteles y truchas -como casi siempre-. En estos días cortos de diciembre, entre los niños y los belenes, entre las multitudes que miran y remiran a los Reyes Magos, entre los mercadillos navideños y las tiendas, estamos dando un auténtico homenaje a las tradiciones.

Y así, en a la Nochebuena y en el día de Navidad en la lagunera iglesia del convento de Las Clarisas (Las monjas más próximas a la Plaza del Cristo), se representó el Nacimiento.

En las claras desde hace más de de tres siglos, la Misa del Gallo se anuncia con repiques de campanas, repitiéndose dos veces más a intervalos de quince minutos; Comenzó la ceremonia con la tradicional lectura de las calendas (Las calendas, en latín, kalendæ, en el antiguo calendario romano eran el primer día de cada mes, teóricamente cuando ocurría la luna nueva o novilunio en un ciclo lunar (calendarios de Rómulo y Numa Pompilio). La palabra calendario en español procede de esta palabra). Finalizada la lectura una religiosa recogió al hermoso niño entregándoselo al oficiante. Éste lo procesionó por la nave de la iglesia, acompañado de la Luz de Belén, las monjas acompañadas por el timplista Benito Cabrera cantaban villancicos. Al finalizar el recorrido, el oficiante depositó al Niño sobre el altar.

Las clarisas conmemoraban el 800 aniversarios de la creación del Belén por San Francisco

Se inicia la tradición con san Francisco de Asís

De mi libro: Portales, Belenes, Nacimientos Laguneros (2022)

Todos los expertos coinciden en reconocer que la costumbre de representar la escena de la Natividad tiene su origen en la Edad Media, concretamente en la recreación realizada por Giovanni di Pietro Bernardone (1181/1182​-1226), luego san Francisco de Asís, en la Navidad de 1223, en Greccio, en la provincia de Rieti (Umbría, Italia).

La idea se le ocurrió durante un viaje de peregrinación a Tierra Santa en 1222; pero como el papa Inocencio III había prohibido desde 1207 las representaciones teatrales en las iglesias, pues habían degenerado en farsas -a veces profanas-, cuando fue a Roma a visitar al papa Honorio III para la aprobación de la Regla definitiva, en otoño de 1223, solicitó y logró su dispensa para poder representar la Navidad, con la intención de evangelizar a la población de la región, mayoritariamente analfabeta.

Francisco eligió la localidad de Greccio, pues, según el místico, filósofo y teólogo franciscano san Buenaventura, “le recordaba a Belén”. Celebró aquella Trigésima escena de las veintiocho que componen el conjunto de frescos sobre la historia de San Francisco, que se encuentran en la Basílica Mayor de Asís, y que están atribuidos a Giotto (posiblemente pintados entre el 1295 y el 1299).

Misa del gallo de 1223 en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno propiedad de Giovanni Velita, señor de Greccio. En una de esas cuevas, junto a una cabaña de pastores, depositó una imagen de piedra de Jesús Niño en un pesebre cubierto de paja, y colocó a ambos lados un buey y una mula vivos, basándose muy posiblemente en su interpretación de la lectura de Isaías: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Is. 1,3). Los fieles acudieron al toque de las campanas, evocando así la llegada de los pastores para adorar al Niño.

Según la tradición franciscana, cuando “Francisco de Asís se arrodilló para meditar brevemente en el sublime Misterio de la Encarnación, apareció en el pesebre un niño de carne y hueso, rodeado de brillante resplandor, al que Francisco tomó en sus brazos; otros también manifestaron haberlo visto”. La Leyenda Mayor (Cap.7) de san Buenaventura lo cuenta así…

«Llegado el beato Francisco, en memoria de la Natividad de Cristo, ordenó que se preparase el pesebre, que se trajese el heno, que se condujera al buey y al asno; y predicó sobre la Natividad del Rey pobre; y, mientras el santo hombre mantenía su oración, un caballero vio al verdadero Niño Jesús en lugar de aquel que el santo había portado».

A partir de ese momento, la costumbre de representar el nacimiento de Jesús se difundió por toda Italia. Unas décadas más tarde, se creó el primer belén con figuras. La idea fue del primer pontífice franciscano, Nicolás IV, quien en 1288 encargó a Arnolfo di Cambio una representación escultórica a tamaño natural del portal de Belén, con el propósito de inmortalizar aquella representación de la Natividad ideada por san Francisco en Greccio. En la Basílica de Santa Maria Maggiore en Roma se conservan ocho de estas figuras de gran tamaño, esculpidas en mármol y con un carácter muy sobrio: la Virgen María con el Niño Jesús, san José, los tres Reyes Magos y las cabezas de la mula y el buey. Educado en el taller de los Pisano, Arnolfo di Cambio fue un gran al escultor, arquitecto y urbanista italiano, representante del pre renacimiento que surgió en la Italia del Trecento. Se conservan obras suyas en Florencia, Orvieto, Perugia y Roma. Suyos son, por ejemplo, los baldaquinos sobre los altares de las basílicas romanas de San Pablo Extramuros y de Santa Cecilia.

A partir de ese momento, la costumbre de representar el nacimiento de Jesús se difundió por toda Italia, extendiéndose después por toda Europa.

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