La Laguna
Tus altivas mansiones, hoy en ruinas,
evocan de otro tiempo tu grandeza,
allá cuando el valor y la nobleza
mostraba sus virtudes cristalinas.
Tus días de alboradas diamantinas
y tu vega, de espléndida belleza,
florido marco son de tu cabeza
de anciana dulce y pálida reclinas.
Y cuando allá en la noche las campanas,
despidiendo su vago son al viento,
convidan a olvidar pompas mundanas,
parécenme las voces de un convento
donde graves y místicas hermanas
musitan la oración con leve acento.
Matías Real (1908)