La Guardia Civil y su presencia en Canarias desde finales del siglo XIX (y III)

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Escolta de la Guardia Civil en la visita efectuado por SM. el Rey Alfoso XIII al Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna. Foto: Plaza del Cristo de La Laguna día 27 de marzo de 1906.

La Guardia Civil llegó a Canarias en el convulso año 1898, 54 años después de su creación en la península

Después del Desastre del 98, la pérdida de las posesiones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en la guerra contra los EE.UU. origina la disolución de los Tercios del Cuerpo allí destacados y la incorporación de sus efectivos a la plantilla de la metrópoli. Este aumento de la plantilla permite reorganizar la Guardia Civil con la creación de la Comandancia de Canarias, las Secciones de Ceuta y Melilla y un incremento del número de Puestos.

La Guerra del «98»

La Guerra real comenzaría al anochecer del 30 de abril de 1898 en la bahía de Manila con el desastre de Cavite. El 3 de julio era hundida la flota del Almirante Cervera en Cuba. El 14 de julio se rendía El General Toral en Santiago. El 14 de agosto el General Jáudenes firmaba la capitulación de Manila.

El 1 de octubre se iniciaban en París las conversaciones para la paz y el 10 de diciembre se firmaban todas las condiciones sin excepción impuestas por el vencedor americano.

La Guardia Civil viviría intensamente aquellos dramáticos momentos para la Historia de España, ya que no en vano tenía desplegados siete Tercios y cerca de diez mil hombres en Ultramar. Pero 1898 fue también el año de la culminación de su despliegue en todo el territorio nacional con la creación de la Comandancia de Canarias y la Sección de Ceuta.

A principios de 1898

El 1 de enero la Guardia Civil se encontraba organizada territorialmente en 16 Tercios peninsulares (con cabeceras en Madrid, Toledo, Barcelona, Sevilla, Valencia, Coruña, Zaragoza, Granada, Valladolid, León, Badajoz, Burgos, Vitoria, Murcia y Málaga), la Comandancia de Baleares y los 7 Tercios de Ultramar de los que tres estaban en Cuba (con cabeceras en Habana, Santa Clara y Puerto Príncipe), uno en Puerto Rico y los otros tres restantes en Filipinas (con cabeceras en Manila, Mindanao y Nueva Ecija).

En total 15.509 hombres en el territorio nacional y 9.256 en los de Ultramar si bien hay que significar que estos últimos tenían un régimen de dependencia, normativo y retributivo diferente.

La Guardia Civil de Cuba y Puerto Rico se había amalgamado con la de la Península como consecuencia de la ley de 10 de julio de 1871. En cambio la de Filipinas aunque se estuvo considerando a principios de 1898 como consecuencia del reconocimiento de los mismos derechos a los indígenas que a los españoles, no se llevó finalmente a cabo.

El Director General era entonces el Teniente General Romualdo Palacio y González, héroe de la tercera guerra carlista y antiguo Capitán General de Puerto Rico. Malagueño de origen había nacido el 8 de febrero de 1827.

Llevaba al frente del benemérito Instituto desde el 30 de enero de 1892 y se mantuvo en el cargo hasta que pasó a la reserva el 9 de febrero de 1899. Durante esos siete años conocería a cinco ministros del Ejército diferentes, lo cual sirve de muestra para imaginar la inestabilidad de la política general y militar de la época.

En la Península la Guardia Civil libraba una dura lucha contra el anarquismo terrorista y el bandolerismo. En la tarde del 8 de agosto de 1897 había sido asesinado por un anarquista italiano el presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo. Este magnicidio no fue un hecho aislado sino un significativo ejemplo de la situación que se padecía.

Asesinatos, atentados con bombas, asaltos y robos se perpetraban con demasiada frecuencia. Las persecuciones de requisitoriados de la justicia y desertores del Ejército era el pan diario de los guardias civiles de entonces.

A ello había que sumarle una continúa y feroz campaña de desprestigio contra las fuerzas del orden desde algunos sectores de la prensa extranjera y nacional. Motivados realmente por oscuros intereses políticos el tema principal eran las supuestas torturas a que eran sometidos los terroristas anarquistas para que confesaran sus crímenes.

Sin embargo el gobierno de la nación tal y como había venido sucediendo desde 1844 iría depositando cada vez más su confianza en el benemérito Instituto, dotándolo progresivamente de más recursos humanos y materiales.

De hecho en 1897 las Cortes aprobarían para el ejercicio económico 1898-99 con cargo a los presupuestos del Ministerio de la Guerra un aumento de 3.641 hombres, gracias al cual se potenciaría el despliegue territorial del Cuerpo implantándolo por fin en todo el territorio nacional.

La reorganización

Como consecuencia de esa aprobación de aumento de plantilla el Director General del Cuerpo elevaría el 20 de junio de 1898 una propuesta de distribución de efectivos y creación de nuevas unidades.

Tan sólo diez días después, siendo Ministro de la Guerra Miguel Correa y García, se dictaba una real orden circular de la Sección de Estado Mayor y Campaña aprobando la misma.

En ella se publicaba el nuevo cuadro orgánico de los tercios, comandancias, centros y dependencias del Instituto en la Península, islas Baleares, Canarias y posesiones del Norte de Africa.

Se creaban dos nuevos Tercios: el 17º y el 18º con cabeceras en Tarragona y Cádiz respectivamente. Para ejercer su mando serían destinados los Coroneles Ricardo Sorribas de Coca y José Luis Gay González, éste último veterano de Filipinas.

A causa de ello cambiaría por última vez la numeración de los Tercios de Ultramar: los de Cuba serían el 19º, 20º y 21º, 22º el de Puerto Rico y 23º, 24º y 25º los de Filipinas.

La Comandancia de Canarias se organizaría sobre la base de la Compañía de Guardias Provinciales, constituida por miembros del Ejército que prestaban en el archipiélago un servicio análogo al que tenía encomendado en la Península la Guardia Civil.

La plana mayor se fijaría en Santa Cruz de Tenerife, entonces capital de la provincia, destinándose como Primer Jefe al Comandante Francisco Fenech Cordonié. Su única compañía tendría la cabecera en las Palmas de Gran Canaria siendo su primer Capitán Miguel Oliver Ferur. La nueva Comandancia estaría compuesta por 1 jefe, 6 oficiales y 140 guardias civiles.

Para prestar el servicio peculiar del Cuerpo en la plaza de Ceuta se creaba una Sección dependiente de la Comandancia de Cádiz. Estaría compuesta por 35 hombres (1 primer teniente, 1 sargento, 2 cabos, 2 guardias de 1ª y 30 guardias de 2ª clase). Dicha unidad era análoga a la que se había creado en Melilla dos años antes dependiente de la Comandancia de Málaga. Con su llegada se suprimiría la Sección de Orden Público constituida por fuerzas del Ejército.

Como principio general la fuerza de Caballería del Instituto quedaba organizada en escuadrones suprimiéndose las secciones sueltas a excepción y por razones especiales, de las de Tarragona, Coruña, Baleares y Canarias.

La fuerza del escuadrón de Córdoba se distribuiría entre la de los Tercios de Barcelona, Sevilla y Granada. La fuerza del escuadrón de Jaén lo haría entre los Tercios de Zaragoza y Badajoz.

Las secciones sueltas que se suprimirían pasarían a sustituir los escuadrones de los tercios respectivos, creándose al efecto un escuadrón en los Tercios de León, Vitoria y Murcia. La residencia de los dos primeros se fijarían en Oviedo y Pamplona respectivamente.

También se disponía que el cargo de cajero de las Comandancias de primera clase (las mandadas por un teniente coronel y que tuvieran como mínimo tres compañías), fuera desempeñado a partir de ese momento por un capitán.

Por último se ordenaba que con ese aumento de 3.461 hombres de tropa se atendiera además de las unidades de nueva organización, al establecimiento de los Puestos solicitados y concedidos de real orden así como a la necesidad de completar hasta la fuerza mínima reglamentaria los 684 que entonces carecían de ella.

La Guardia Civil quedaba organizada al finalizar 1898 en 18 Tercios, 52 Comandancias, 147 Compañías, 436 Líneas y 2.457 Puestos.

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