La Virgen de los Reyes lució ayer radiante ante miles de fieles en la mañana sevillana

Reportaje: Jesús Gil García

A las ocho en punto de la mañana salió de la santa Iglesia Catedral  de Sevilla la Virgen de los Reyes. Como cada 15 de agosto, solemne festividad de la patrona de la Archidiócesis

Luciendo más radiante que nunca tras la restauración a la que ha sido sometida por el profesor Francisco Arquillo y flanqueada por cuatro hermosos tamos de nardos, la patrona de la archidiócesis de Sevilla se asomó a la Puerta de Palos después de que en el interior de la Catedral el arzobispo pronunciara una oración en latín.

La procesión comenzó cuando la Virgen flanqueó la Puerta de Palos. Repique de campanas de la Giralda, profundo olor a incienso y respetuoso silencio. Cielo plomizo y temperatura suave. 27 grados. El termómetro también parece que quiso dar un respiro. El calor no ha sido demasiado sofocante, como lo fue en los días previos coincidiendo con la novena.

El paso de la procesión, precedido por el cabildo y seguido por el prelado, el arzobispo Juan José Asenjo vestido de púrpura y otros diáconos, ha discurrido sin pausa pero sin prisa por su recorrido habitual pero cumpliendo su horario.

A los sones de la Banda Sinfónica Municipal acompañada por el coro Litúrgico de Nuestra Señora de la Soledad. Durante el recorrido han sonado varias marchas y alguna que otra sorprendente melodía.

Muchos han interrumpido sus vacaciones para volver a la ciudad a ver a la Virgen. Una devoción que en Sevilla, se mezcla siempre con la tradición. Balcones engalanados desde los que muchos ciudadanos se han asomado al paso de la procesión, que en la plaza del triunfo parece tener su punto álgido. No cabía un alfiler y muchos se han encaramado al monumento a la Virgen para verla mejor. Nuevo repicar de campanas.

Allí estaba nuestro amigo Jesús Gil García, que como no se le escapa nada, tomó este maravilloso vídeo para el recreo de los fieles laguneros-sevillanos, que son muchos, y que no le tememos a las campanas radiantes de fiesta, ni al compas del las horas. Amén.

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