Ayer La Laguna celebró otro 14 de septiembre que se repite desde 1602. Por Julio Torres Santos

Desde los días anteriores al 14 de septiembre en La Laguna, tradicionalmente asoma el otoño; en los campos circundantes a la vieja Ciudad ya se está vendimiado y en otros muchos se está sembrando las papas. Mientras los niños estrenan hoy los uniformes y tienen los libros nuevos, los mayores ya pensamos en las castañas y en el vino nuevo que llegará en los próximos meses. Para los laguneros de toda la vida, el vino nuevo será una vacuna que nos alivie los malos tiempos que corren.

En La Laguna comienza, tempranamente, a “otoñar” y, por eso, en este año del Señor de 2020, ese cielo de intenso azul hizo acrecentar la añoranza de la procesión de miediodía, que se repite, desde 1927 todos los 14 de septiembre. Todavía hoy resuenan en la Ciudad las palabras de un cura polémico, Daniel Padilla; un cura que él solito ha dejado un triste recuerdo por donde ha pasado, un cura soberbio y prepotente, un cura rector y director espiritual de una Esclavitud que se niega a recibir mujeres en su seno, un cura que junto a su Obispo da un tinte decimonónico a la Ciudad… Es la triste realidad del día después de un 14 de septiembre muy triste para los laguneros y laguneras.

Ayer, desde muchas casas laguneras se elevaron plegarias al Cristo de La Laguna. Los ciudadanos creyentes y prudententes saben que el Señor les escucha allá donde estén, sin poner en riesgo su vida propia y la ajena. No hay nada peor que aquél que no piensa en su prójimo, sino en el tamaño de la alcancía.

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