UNAMUNO EN CANARIAS (1910-1924) (II). Por MIGUEL LEAL CRUZ

Unamuno, durante su destierro en Fuerteventura en 1924. archivo histórico cabildo de fuerteventura.

Para obtener alguna conclusión definitoria en la personalidad humana, política, social, o de comportamiento del ahora homenajeado en esta ciudad lagunera, Miguel de Unamuno, habría que hacer un exhaustivo estudio de su polémica existencia en lo personal y en lo político, principalmente, a través de historiadores, prensa, vivencias de personas que le conocieron íntimamente, y otros que dejaron escrito sus contactos y experiencias con él.

En el periódico La Tarde de Tenerife, de fecha 7 de diciembre de 1953, pero con más dinamismo con fecha 28 de diciembre del mismo año, el doctor J. Goyanes Capdevila, que conoció personalmente a Miguel de Unamuno, al que acompañaba en diversos viajes por el norte de España, escribe unos interesantes artículos… En alguno de los mismos aporta una interesante descripción física y humana del mismo. En el de fecha 28 de diciembre, del citado periódico, entresacamos: Era don Miguel conocido por todos los españoles de vista o por retrato. Era un hombre con aspecto leptosomático, bastante fornido y no muy alto de estatura. Su disciplina social estaba un poco relajada, pues disentía o quería distinguirse de los demás de su tiempo y de su posición social… cuyo comportamiento, desde visión personal de este que escribe, le acompañará toda su vida, analizada objetivamente.

Añade, él mismo, nunca vi a Unamuno con abrigo o capa, pero se tocaba la cabeza con un sombrero, blando, redondo y negro… El hábito de Unamuno era intermedio entre laico y religioso…

Su conformación cefálica era de tipo vasco (recordando también a los individuos vasco – navarros)… No le interesaban las cosas fútiles, banales o frívolas como el fútbol o los toros y otros espectáculos. Por ello podía repetir la conocida frase de Espinosa `non ridere, non lugere neque delectare sed inteligere´o sea leer entre líneas, leer lo que otros no leen. (textual)

Se pregunta el articulista ¿Era sociable don Miguel o misoneísta?

Cuando se aislaba para estudiar o escribir no quería que nadie le molestara, pero nunca este aislamiento llegó a ser similar al de aquel ingenioso escritor que puso en la puerta de su casa un letrero que decía: “los que me visitan le concedo un gran honor, y el que no me visita me causa una gran alegría…”

Y continúa el articulista cuando dice: “ Unamuno, para vencer su tedio visitaba con frecuencia la capital de España donde se reunía con sus amigos y con los que discutía”. Y pensaba Unamuno que “cuanto más alto pone cada uno su pensamiento más se aísla de la vulgaridad social del medio. Por que en sociedad hay que hacer concesiones al buen tono…
Por eso los hombres de espíritu y a cierta edad tratan de aislarse del medio social siguiendo aquellas máximas que nos legaron los pensadores misoneístas…”. Todo el afán de Unamuno era corregir el pensamiento o la acción de los que creía equivocados sobre todo los que consideraba ahora perjudiciales para la patria o la sociedad. Alude a los gobernantes y esto, es claro, le habría de proporcionar enemigos, y si los enemigos eran poderosos, venía el condigno castigo. Por ello fue a parar al ostracismo, cuando la dictadura de Primo de Rivera… Pero nunca empleó sus diatribas contra la religión… Históricamente atacó de modo rudo la obra de la dinastía de los Austria, pues los Absburgos (sic) torcieron el hilo de la historia de España al dirigir las energías nacionales a favor de sus intereses políticos y religiosos en Europa…” .

Finaliza el doctor J. Goyanes Capdevila este artículo , comentado,diciendo que Unamuno es un erudito, un “insignis literaturae homo vir”, pues la erudición asimilada es ciencia…¿…?

Evidentemente, fue un ser de personalidad desbordante y original, muy polémica y, a veces, siguiendo la trayectoria de sus actuaciones, contradictorias, bordeaba la utopía. Tanto en su pensamiento e ideas, plasmadas en varios ensayos, poemas, dramas…, como en su actividad política fracasada, carecía de sistematización en sus principios. Citando este artículo, el doctor J. Goyanes nos habla de anécdotas narradas por Unamuno que tuvieron lugar entre el Rey, Alfonso XIII, con un campesino vasco, en uno de los frecuentes viajes que el monarca hacia hasta San Sebastián, conduciendo el mismo su propio coche, la gran afición deportiva del Rey que llegó a promocionar la marca española Hispano-Suiza, como la que creaba los mejores coches del mundo…

En este mismo rotativo editado el día lunes 19 de abril de 1954, aparece publicado el extenso artículo de El Español, que firma Fray Albino Obispo de Córdoba, amigo en vida del escritor, bajo el título “Miguel de Unamuno en trance con su cuita”. Su contenido nos alecciona aún más sobre la relevancia del famoso rector de Salamanca, en el que constatamos una nueva descripción física y personal, en torno a la referida polifacética y contradictoria personalidad, de él mismo.

Dice Fray Albino: “… por que se le puede considerar como hombre, como cristiano, como literato, como filósofo y aún quizá como teólogo. Y, no sólo estos distintos aspectos se contradicen en él con frecuencia, unos a otros, sino que, aún considerándole bajo uno solamente, no deja uno de encontrar contradicciones…”. Aspecto éste en el que hemos coincidido.

Sin embargo, por aquellas fechas su memoria intelectual sufriría un duro ataque del Obispo de Las Palmas en su contra, que con enorme poder en las conciencias incluidas las políticas de la España franquista, Monseñor Pildain, le ocasionó la pérdida en la práctica del homenaje que se le estaba organizando por ciertos sectores intelectuales y progresistas del momento, en la ciudad que le homenajea con todos los honores, ahora (a través del centenario que da título a estos artículos).

Aspectos harto analizados, sin perder su interés, retomamos. Es obvio que por su vinculación a la Universidad de Salamanca, corazón de la castellana España, Miguel de Unamuno, en lo personal o a través de sus numerosas obras, jamás se definió o comprometió claramente, en aquellos momentos, con el nacionalismo vasco, a pesar de sus raíces en aquel territorio. Obviamente tenía conocimiento de los postulados preconizados por Sabino Arana desde el siglo anterior, con el que rompió el vínculo ideológico y personal.

Miguel de Unamuno y Jugo había nacido en Bilbao en 1864, hijo de comerciantes vascos que habían emigrado a Méjico donde habían logrado una destacable fortuna. Su padre murió a temprana edad cuando Miguel sólo tenía 6 años. Pronto se refugió en la impresionante biblioteca de su fallecido padre y, tal vez, esa fuera una circunstancia adicional que le convirtiera, ya adulto, en un ser intelectual aunque díscolo y disconforme con algunos hechos . Sobre todo en torno a los acontecimientos políticos y académicos que tenían lugar en la España del momento, pero nunca con la política o sociedad vasca de su tierra natal o “nacionalismo chico”, a pesar de que su tesis doctoral versaba sobre el pueblo vasco y origen lingüístico, a más de su propia esposa, Concepción Lizárraga, también era originaria vasca, como todos los ancestros de ambos.

¿Conocía Unamuno el cambio radical del fundador del Partido Nacionalista Vasco? Es cierto que Sabino Arana, roto el vínculo ideológico con Unamuno y Baroja, había sufrido prisión por la defensa de los ideales vascos y por lo radical de sus posturas, pero, en junio de 1902 esbozó un cambio de táctica en sus planteamientos derivados de las dos posiciones reales en aquellos momentos cuales eran: el posibilismo y el realismo para su proyecto. Así llegó a escribir que: “hay que hacerse españolista y trabajar con toda el alma por el programa que se trace con ese carácter”, pero que su prematura muerta le impidió llevar a cabo esta nueva estrategia que posteriormente dividió al Partido Nacionalista Vasco en dos tendencias enfrentadas: la posibilista y la independentista… (sigue)

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