¿Qué se espera de la política?. Por Antonio Alarco

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Los recientes acontecimientos políticos vividos en nuestro país, y sobre todo, la Sesión de Investidura celebrada recientemente en el Congreso de los Diputados, ahonda más si cabe en la desafección de los ciudadanos hacia la política.

En un país democrático como el nuestro la política tiene que ser obligatoriamente la solución y nunca el problema y desgraciadamente estamos viendo que para la sociedad en general se está convirtiendo en esto último. Pues la rabia y el odio están siendo sentimientos muy aflorados, incluidos en el Congreso de los Diputados, cuando tendrían que ser protagonistas, la estabilidad y el futuro de todos y todas.

El binomio crisis económica-corrupción es letal para cualquier sociedad moderna que se precie, y eso se está percibiendo en nuestra sociedad y además produciendo un problema social importantísimo, que está poniendo en solfa el modelo de país, el modelo de sociedad y que sectores no previstos están perdiendo la neutralidad que se les debe exigir.

El solo manejo de la inercia como actividad crea un empobrecimiento lento pero irreversible de la política y por lo tanto de la sociedad.

Pero si para algo ha servido la “fallida” investidura a la que ha sido sometido este país de forma innecesaria es que todo los españoles hemos podido ver con luz y taquígrafo, quién es quién. Las diferencias y exabruptos que hemos podido vivir directa o indirectamente debería de hacer que todos más pronto que tarde, tengamos que someter a este país a una reflexión muy profunda de lo que está ocurriendo.

La interpretación de la “Norma Suprema” que es la Constitución del 78, se está poniendo a prueba con esta crisis política que está viviendo. La Monarquía Parlamentaria que tenemos está y tiene que estar con un papel crucial a realizar. Y es verdad también que como nunca hemos vivido una situación política como la cual es evidente que la interpretación de la Norma está siendo tensada y sometida a presiones no siempre bien intencionadas que hacen necesario que la cordura penetre en nuestra política de forma intensa.

El pasado 20 de diciembre los ciudadanos dieron su voto mayoritario al Partido Popular y eso es incuestionable, pero no es menos cierto que las matemáticas parlamentarias permiten también de forma legítima, otras sumas y restas cuyo resultantes no se sabe claramente cuales serán.

El bipartidismo mayoritario que ha transcurrido en los últimos 35 años en nuestro país porque los españoles así lo hemos querido y que por cierto han producido los periodos de desarrollo más importantes de la historia española, es evidente que en estos momentos está en entredicho. Eso no es bueno ni malo, sino el resultado de unas elecciones democráticas. Pero no es menos cierto, que los ciudadanos cuando votamos por una serie de razones muy variadas ya sean ideológicas, de confianza, de castigo, de convencimiento, etc…, pero generalmente y eso lo dice la lógica o el sentido común, votan una opción con la idea de que esa opción sea la que gobierne.

Si la política nace, crece y se desarrolla con el único fin de estar al servicio de los ciudadanos, resolver sus problemas y aumentar su calidad de vida, también es oportuno decir que los problemas fundamentales que tenemos los españoles en estas circunstancias actuales y según todas las encuestas y fundamentalmente las del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), se centran en el crecimiento económico (el paro), la corrupción, la integridad territorial de España, la lucha contra el terrorismo y el mantenimiento del estado de bienestar. Y todo esto, dentro del compromiso con la Europa a la que pertenecemos (deuda – modelo sociedad) y organismos internacionales.

El verbo consensuar y negociar tendremos que conjugarlo en toda su extensión como una obligación inherente a la responsabilidad política. Y por ello, tendremos que ver y potenciar lo que une a la representación política, que vayan encaminados a solucionar los problemas antes descritos.

Somos de los que hemos pensado siempre que la política son sentimientos y referencias y es verdad que estos dos principios se han sentido agredidos en demasiadas ocasiones y cuestionados en otras. El principal factor de crecimiento económico enfocado al bienestar social, es la confianza y esta es un sentimiento que en estos momentos está agredido y hay que recuperarlo. Y como sentimiento que es, siempre se tarda en conseguirlo. Y con respecto a ser referente solo mejora con transparencia.

Luego, lo que se espera de la política es que se busque la fórmula real de solucionar los principales problemas que tienen los ciudadanos y es evidente que los principios que hemos redactado anteriormente tienen unos referentes claros en la representación parlamentaria con Partido Popular, Partido Socialista y Ciudadanos.

No es pecar de chobinista que España es un gran país, que los ciudadanos que vivimos en él hemos estado siempre a la altura de las circunstancias y que la política por lo tanto, tiene la obligación de estar a su altura. Si no lo hiciera, creemos que el precio sería muy alto (para todos), con consecuencias irreversibles en muchos casos.

Nos preocupa enormemente la actual situación de bloqueo que algunos (Pedro Sánchez), se han empeñado en prolongar, impidiendo diálogos necesarios, imprescindibles para el desarrollo interior e imagen exterior. España se juega mucho. España se juega su futuro más inmediato, y la sombra de caer en un abismo empieza a revolotear cada día que pasa más, sobre todo cuando después de medidas importantes que se han tomado y un gran esfuerzo de todos los españoles empezamos a salir.

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