Las Elecciones Generales de hace 40 años (II)

(…) El 15 de abril de 1977, el Consejo de Ministros convocaba elecciones generales para el 15 de junio. También, preocupado porque no hubiera dudas sobre la limpieza del proceso electoral, decretó la incompatibilidad de todos los altos cargos de la Administración, incluidos ministros, para ser candidatos. Para evitar la prohibición Leopoldo Calvo Sotelo, ministro de Obras Públicas, dimitió a finales de abril y se puso a confeccionar las listas electorales de la futura Unión de Centro Democrático (UCD).

El 3 de mayo, Adolfo Suárez, después de semanas encubriendo sus intenciones y al borde mismo del plazo legalmente establecido, anunció su esperada candidatura en la lista de UCD por Madrid. Atrás quedaba la defenestración de José María de Areilza como líder del Partido Popular, la suma de los liberales de Joaquín Garrigues, la llegada de los apreciados socialdemócratas de Francisco Fernández Ordóñez, que permitían ampliar la cosecha de votos hacia el centroizquierda, y los disidentes democratacristianos de Fernando Álvarez  Miranda. Finalmente, para completar el coctel, se añadieron los hombres de Suárez: los conocidos como azules, provenientes del franquismo y dominadores de los resortes del aparato gubernamental. Encabezados por Rodolfo Martín Villa, presumían de ser los autores de la reforma política aprobada en el referéndum de 1976.

La campaña electoral comenzó el 24 de mayo. Duró 21 días. Se pretendió que los partidos políticos  tuvieran tiempo de ser conocidos y presentar sus ofertas programáticas, que en general fueron mensajes directos, poco sofisticados, muy ideológicos y centrados en la dicotomía cambio o reforma.

Concurrieron 5.343 candidatos encuadrados en 589 candidaturas. 22 partidos se presentaron en casi todas las circunscripciones –UCD, por ejemplo, no presentó lista en Guipúzcoa-. En Madrid hubo 26 candidaturas; en Barcelona, 23. A pesar de la llamada sopa de letras, la disputa electoral se fue focalizando en las fuerzas que el 15 de junio se convertirían en protagonistas de la nueva etapa: la Alianza Popular de Fraga, la UCD de Suárez, el PSOE de Felipe González, el PCE de Santiago Carrillo y las formaciones nacionalistas de País Vasco (PNV) y Catalunya (la Convergència de Jordi Pujol concurría en la coalición Pacte Democràtic). También destacaron el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván y la Federación Cristiana de José María Gil Robles y Joaquín Ruiz-Giménez, que en los comicios cosechó el más rotundo fracaso –ni un solo escaño-.

Las campañas de los principales partidos fueron dispares. UCD dispuso de cuantiosos recursos, muchas veces infrautilizados por el caos interno de la coalición; en otras  ocasiones, malgastados en publicidad innecesaria y actos sin ninguna repercusión pública. Su gran capital era Suárez. Prácticamente no hizo campaña, se limitó a una visita a su pueblo, Cebreros, contadas entrevistas a los medios, y la decisiva aparición en el último espacio electoral en televisión, que decantó a su favor un considerable número de votos (…).

 

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