La devoción al Cristo de Burgos (I). Por Julio Torres

Podríamos decir que la Imagen del Cristo de Burgos es la más extendida devocionalmente alrededor del mundo. Su devoción no sólo alcanza a Castilla si no que se extiende por toda España, incluyendo las Islas Canarias y las ex-colonias latinoamericanas.

La devoción nace en la Edad Media, con los cristos de la Trinidad y el Cristo de Burgos de San Agustín.

El Cristo de la Trinidad estaba en el Convento de la Trinidad en el año de 1207; ahora está en el de San Gil Burgos, y se le conoce como Stmo. Cristo de las Gotas de Sangre. A éste se le atribuyen muchísimos milagros; se le representa con un huevo de avestruz (simbolizando la muerte y la vida) y una serpiente (que simboliza el pecado).

El Cristo de Burgos de San Agustín es la Imagen original de la que partió esta fervorosa devoción. Actualménte se venera en la Catedral de Burgos, y es al que se representa con tres huevos de avestruz. Anterioromente estaba en el Convento de los Padres Agustinos. Es una imagen gótica naturalista flamenca, datada en el año de 1350. Este Cristo estaba en una capilla del claustro de los agustinos, recibiendo a muchos devotos y peregrinos, ya que Burgos se halla en la ruta del Camino de Santiago. Ilustres peregrinos han orado a sus pies, entre los que se cuentan, Sta. Brígida, los Reyes Católicos, Felipe II, Carlos II, Felipe V, el Gran Capitán y Sta. Teresa de Jesús. En su altar no faltaban muchas velas y lámparas, ni la imagen de San Agustín a sus pies (o bien alguna de sus representaciones, como el escudo con el corazón y la corona de espinas). La capilla solía tener un velo corrido que sólo se abría los viernes.

De los tres huevos de avestruz se dice que fueron regalo de un mercader que los trajo de África, y con ellos se tapó la falta de un dedo del pie derecho, que le había sido arrancado por un devoto. Hasta la última restauración de 1997, llevó cinco, ahora sólo tres, quizás porque así aparece en la mayoría de las copias que se han hecho en pintura, con las que el Cabildo Metropolitano Burgalense ha pretendido asemejarlo. Aunque la aparición de los huevos tiene una lectura iconográfica e iconológica mucho más profunda, pues el huevo, signo y símbolo de la vida, a los pies del Cristo de Burgos es el anuncio más palpable de su Resurrección, por lo que este singular crucificado es, sin duda, catequéticamente el más completo que conocemos, pues aunque ya ha muerto, paralelamente, nos anticipa su victoria sobre la misma, su Triunfo Sobre la Muerte.

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