¡Ciégame, Primavera,
con el polvo de oro de tus alas …
El cielo es un zafiro
que se empaña a los ojos del poeta
con el hálido tenue de un suspiro.
Hoy lo veo más claro y transparente
junto al fauno marmóreo de la fuente.
Y es que mi alma está henchida
de contento pagano,
de goce sin ponzoña…
¡Sano deleite de sentir la vida
palpitar bajo el sol!…
No es tarde todavía …
Aún es tiempo, es verdad … ¿Habré soñado
o he descubierto el íntimo tesoro
que en mi errante vivir busqué obstinado?
No es tarde todavía …
Aún es tiempo, es verdad … Por vez primera
entre la sombra del dolo.r moderno,
miro tu alma pagana, Primavera,
como tirso de fuego que surgiera
sobre el manto de brumas del lnviérno.