En España este plato se come en los bares, sobre todo cuando el presupuesto no da para percebes, pero en pocos saben hacerlo con gracia.
En realidad es una bobada, porque casi lo más difícil es trocearlo y eso se lo podemos pedir al carnicero en nuestro mercado, así, sin más: “Pártamelo para hacerlo al ajillo”.
Ingredientes:
1 pollo aproximadamente de 1,5Kg cortado a trozos pequeños (máximo, octavos)
8 dientes de ajo
1 vaso de vino blanco seco
4 cucharadas de vinagre o jugo de limón
Perejil fresco
Aceite y sal
Manos a la obra
Se pelan los dientes de ajo, se cortan o se machacan y se reservan. Se lava el perejil, se pica bien fino y también se reserva.
En un caldero llano con un buen chorro de aceite, se marca el pollo sin salar para sellar la carne y luego se retira y se reserva. En el mismo caldero, con el mismo aceite, se doran los ajos cortados o machacados. Una vez bien dorados, se vuelve a añadir el pollo y se remueve el conjunto durante un minuto. Luego se vierte el vino blanco y el vinagre o el jugo de limón, y se sala. Se deja a fuego medio hasta que el líquido reduzca y forme una salsa espesa. Se añade el perejil picado, se remueve el conjunto y queda listo para servir.
