La Vuelta ciclista a Tenerife nació en La Laguna para realzar las Fiestas del Cristo (II)

Por Julio Torres Santos

ciclismo entierro

El malogrado ciclista lagunero Evelio Quintero que falleció durante los entrenamientos para la Vuelta de 1960. Derecha, El cortejo funebre del joven deportista es recibido a las puertas de la Escuela de Magisterio en la lagunera calle de Heraclio Sánchez. Sirvan estas fotos como homenaje póstumo de La Laguna Ahora cuando se cumplen 54 años de su fallecimiento.

Los incipientes comerciantes e industriales de la época apoyaron económicamente la iniciativa de los jóvenes laguneros y la comisión de las Fiestas del Cristo, colaborando especialmente en los premios en metálico que acompañaban a los trofeos asignados a las diferentes categorías.

En 1956, si bien los corredores tinerfeños siguen logrando destacados galardones, aún es la prueba celebrada en Gran Canaria la que sigue siendo considerada la más importante del Archipiélago, destacando Santana y Padrón Rosales (en Las Palmas) y Domínguez (en Tenerife). En esta «clásica» prueba nuestros especialistas en ruta demuestran su superioridad, sin embargo, algunos especialistas deportivos comienzan a considerar que en Tenerife «existe una prueba de tanta categoría como la del Condado», pues, la Vuelta Ciclista a la Isla ha logrado «llenar el vacío existente, ya no habrá necesidad de acudir, como «paño de lágrimas», a la gran organización grancanaria. Ésta siempre será la más «clásica» de las pruebas; «pero nosotros, los tinerfeños, contamos con una pequeña, pero hermosa, Vuelta a la Isla».

Es 1958 el año de la consolidación y que marca una línea divisoria entre ese ciclismo que hemos narrado y el que después despunta en Tenerife.

Nuestro ciclismo va teniendo nombre, va pisando terreno firme y tiene, hasta cierto punto, su cartel. Así, la Vuelta a Tenerife empieza a destacar, incluso se la considera como extraordinaria, pues es la de más amplio radio de acción del Archipiélago, al mismo tiempo que aparecen nuevas figuras y maduran otras.

Entre ellas destaca el «campeonísimo» de las Islas, Esteban González Quintero, que por aquel entonces, no sólo engrosó las filas del C.C. Tarragona (algo insólito hasta el momento) si no que fue seleccionado para los Campeonatos Mundiales de Ciclismo Aficionado. Pero también otros nombres propios empiezan a dejarse oir en el ciclismos canario: Jesús Fernández, Manuel Gil, o Brito Marichal, Aníbal Alonso y José Delgado, «Canarito». En definitiva, tal y como afirmó una figura de prestigio dentro del ciclismo, Mariano Cañardo: a «El ciclismo de Canarias puede dar sus frutos porque no falta afición ni condiciones en sus corredores». Esa AFICIÓN -con mayúsculas ya había sido demostrada por el malogrado Sebastián Francisco Domínguez, cuyo nombre, en estos momentos era todo un símbolo.

Pero es en 1959 cuando, en palabras de Reguero, la Vuelta Ciclista a la Isla de Tenerife se convierte» en la primera prueba ciclista del Archipiélago» y empieza una marcha que este año alcanza uno de sus momentos más culminantes»; ahora se está en condiciones de superar la inexperiencia y los anteriores fallos organizativos.

Precisamente en este año de la Vuelta, que aumenta en dificultad: empieza con la gran escalada al Teide, en la que, a través de 45 km. de ascensión, se alcanza una altura sobre el nivel del mar que supera los 2.000 m. La etapa cuenta con 150 km., con salida en La Laguna y final de etapa en Sta. Cruz. Después cuatro etapas que circunvalan la Isla y seis puertos puntuables, divididos en tres categorías. La carrera totaliza 400 km., siete puertos puntuables y 16 metas establecidas en las principales localidades del recorrido.

Los habitantes de toda la Isla vivían el acontecimiento abarrotando todas las carreteras, La Laguna y las Fiestas del Cristo de La Laguna llegaron en bicicleta a todos los puntos de nuestra geografía insular.

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